José Gregorio González Márquez
Artículo publicado en Kaosenlared
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A cuatro años de iniciarse la invasión a Irak, los resultados de las acciones realizadas por las fuerzas de intervención son nefastos. Los costos humanos suman alrededor de setecientos mil muertos – del lado iraquí – sin contar los tres mil soldados norteamericanos fallecidos en combate. La guerra sólo ha traído al Medio Oriente desgracia y desolación. La población civil es la más perjudicada y quien lleva sobre sus hombros los estigmas del conflicto. Miles de personas han perecido o desaparecido; muchas torturadas o encarceladas; otras llevan en sus cuerpos las marcas indelebles de la guerra: mutilaciones de miembros.
Las organizaciones internacionales de derechos humanos constantemente viven pronunciándose sobre las consecuencias de los conflictos armados en el mundo; sin embargo, los países agresores poco caso hacen a los pedidos de estas organizaciones. El gobierno estadounidenseque se jacta de reclamar con vehemencia y acusar a otras naciones de violadores de los derechos humanos, es el principal promotor de la violencia contra los civiles en el planeta. Durante el siglo XX y parte del actual, Estados Unidos ha protagonizado invasiones a gran cantidad de naciones del orbe con resultados desgarradorespara sus pobladores.
Con tristeza observamos las imágenes que cada día nos presentan algunas cadenas internacionales de noticias; los niños considerados el futuro de la humanidad, quizás son los más perjudicados. La guerra se ha ensañado contra ellos; fotografías que mueven las fibras más recónditas del ser humano, muestran los estragos hechos por los bombardeos; las mutilaciones producto de las balas y minas nos aterrorizan; cantidades enormes de infantes quedan huérfanos. Asimismo, sufren el rigor de las hambrunas y la escasez de agua y medicamentos. Los asesinos no escatiman esfuerzos para castigar zonas donde se concentran refugiados con la excusa de buscar terroristas. Irak se ha convertido en un cementerio donde los niños y jóvenes siembran sus cuerpos entre el humo de la metralla.
Lamentablemente, es nulo el eco que estos sucesos provocan en los gobiernos del mundo. Tal parece que no importa el genocidio que se está cometiendo con los niños de Irak; pronunciarse contra la matanza puede acarrearles sanciones económicas por parte de los Estados Unidos. La tragedia envuelve a los iraquíes; la mirada dulce, serena, inocente de un niño permanece a tiro de los bombarderos. Estamos obligados a denunciar y de ser posible llevar ante un Tribunal Internacional a los asesinos; sucesos como estos no deben verse como simples “daños colaterales” originados de una guerra que sólo busca el petróleo de una nación y que se esconde bajo la premisa de imponer la democracia en el Medio Oriente.
Las organizaciones internacionales de derechos humanos constantemente viven pronunciándose sobre las consecuencias de los conflictos armados en el mundo; sin embargo, los países agresores poco caso hacen a los pedidos de estas organizaciones. El gobierno estadounidenseque se jacta de reclamar con vehemencia y acusar a otras naciones de violadores de los derechos humanos, es el principal promotor de la violencia contra los civiles en el planeta. Durante el siglo XX y parte del actual, Estados Unidos ha protagonizado invasiones a gran cantidad de naciones del orbe con resultados desgarradorespara sus pobladores.
Con tristeza observamos las imágenes que cada día nos presentan algunas cadenas internacionales de noticias; los niños considerados el futuro de la humanidad, quizás son los más perjudicados. La guerra se ha ensañado contra ellos; fotografías que mueven las fibras más recónditas del ser humano, muestran los estragos hechos por los bombardeos; las mutilaciones producto de las balas y minas nos aterrorizan; cantidades enormes de infantes quedan huérfanos. Asimismo, sufren el rigor de las hambrunas y la escasez de agua y medicamentos. Los asesinos no escatiman esfuerzos para castigar zonas donde se concentran refugiados con la excusa de buscar terroristas. Irak se ha convertido en un cementerio donde los niños y jóvenes siembran sus cuerpos entre el humo de la metralla.
Lamentablemente, es nulo el eco que estos sucesos provocan en los gobiernos del mundo. Tal parece que no importa el genocidio que se está cometiendo con los niños de Irak; pronunciarse contra la matanza puede acarrearles sanciones económicas por parte de los Estados Unidos. La tragedia envuelve a los iraquíes; la mirada dulce, serena, inocente de un niño permanece a tiro de los bombarderos. Estamos obligados a denunciar y de ser posible llevar ante un Tribunal Internacional a los asesinos; sucesos como estos no deben verse como simples “daños colaterales” originados de una guerra que sólo busca el petróleo de una nación y que se esconde bajo la premisa de imponer la democracia en el Medio Oriente.
1 comentario:
Ordenadores contra fusiles es una idea que quizas pueda cambiar esta dramatica realidad:
http://elcaminoculebrero.blogspot.com/2008/10/ordenadores-contra-fusiles.html
Un saludo
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