domingo, 29 de noviembre de 2009

La guerra en Sierra Leona privó a Mariatu de sus manos, pero no de su voz

Ana Rodrigo

Madrid, 29 nov (EFE).- Mariatu supo a los 12 años qué se sentía al perder las dos manos y a su familia, al ser madre después de una violación y al mirar al suelo mientras pedía limosna para sobrevivir.

De un día para otro, cambió la vida de esta niña que vivía una vida tranquila en un pequeño poblado de Sierra Leona, rodeada de parientes y amigos, y ajena a una guerra civil que duró más de diez años (de 1991 a 2002), en la que los grupos rebeldes del Frente Revolucionario Unido (FRU) destruyeron aldeas y granjas, violando, mutilando y asesinando a miles de personas.

Con la mirada inocente de esa niña, en el libro "El largo Viaje de Mariatu Kamara" (Intermón Oxfam) se relata la brutal guerra que vivió este país del suroeste africano, situado actualmente en la lista de los más pobres del mundo, donde la esperanza de vida es de 40 años y la mayoría de los menores siguen sin asistir a la escuela.

Mariatu Kamara tiene ahora 22 años, vive en Canadá, donde está estudiando, y ha creado la Fundación Mariatu para ayudar a otras víctimas de conflictos armados.

"Mis amigos y mi familia -Mohamed, Adamsay o Marie, que comparten protagonismo con ella en el libro- siguen viviendo en poblados en Sierra Leona, para algunos ha cambiado un poco su situación, pero para la mayoría sigue siendo muy mala", explica Mariatu, en una entrevista con Efe.

La guerra terminó y este país dejó de ser prioridad para la Comunidad Internacional, por ello Mariatu quiere seguir mostrando al mundo las necesidades de su pueblo.

"Con el libro, no quiero pedir nada concreto, pero creo que se debería ayudar más a Sierra Leona. Quiero dar voz a los que no tienen voz y hacer visibles y hacer comprender todas las historias que ocurren en el mundo para abrir los ojos y los oídos de la gente, para que se pueda hacer algo", relata Mariatu.

Las ONG denuncian que muchas mujeres viven bajo un régimen permanente de abuso sexual, físico y emocional, en gran parte como resultado de la extrema pobreza y el desempleo, y que en el caso de las menores se añade el hecho de que sufren a menudo violaciones por parte de hombres mayores y matrimonios forzados.

"No sé cuál es la situación de la mujeres, todavía no me he casado. En Sierra Leona, básicamente lo que ocurre es que el hombre es el jefe de la casa, y toman todas las decisiones con respecto a la familia", asegura Mariatu al ser preguntada por esta cuestión.

Nombrada por UNICEF representante especial de los niños en conflictos armados, Mariatu, que vive desde hace diez años en Toronto (Canadá), está recorriendo Europa contando una y otra vez su historia, que desgraciadamente es la miles de niños de Sierra Leona.

Resta importancia al encuentro que mantuvo en Toronto con un niño soldado, Ishmael Beah que había escrito otro libro pero desde el otro frente, desde el lado en el que se situaban los soldados que le cortaron las manos a golpe de machete.

"El encuentro estuvo bien, hay una cosa que comprender: que esos niños también fueron víctimas y que fueron forzados por los adultos a hacer esas cosas, y, sabiendo esto, cuando me encuentro con uno de ellos, no tengo ningún tipo problema".

A Mariatu le surgió la oportunidad de salir del continente africano y romper con "su dura historia" y la aprovechó. Pudo incluso hablar con el presidente de Sierra Leona.

"Después de la guerra, cuando fui a ver al presidente, le dije que no se habían cumplido las promesas que habían hecho -ayuda financiera y educación para los más necesitados-, así que le pedí que hiciera el esfuerzo de cumplirlas", explica la joven, que recibió la respuesta del presidente de que "haría lo que pudiera".

Desde la Fundación Mariatu, quiere crear "una institución para impartir el aprendizaje de diferentes capacidades para que la gente de allí pueda aprender y adquiera habilidades".

Además, tiene previsto realizar un documental sobre los niños víctimas de las guerras.

"Estoy intentado rehacer mi vida, ha sido una historia muy dura y hago todo lo posible para ser feliz y para ser lo más positiva que pueda", confiesa Mariatu, quien concluye con el deseo de que todos los gobiernos "trabajen juntos, luchen contra el hambre, defiendan a los niños y luchen por la paz".