miércoles, 1 de agosto de 2007

El trauma de la guerra en la mente infantil




María Valerio

El abuso, la tortura y la muerte representan el día a día de los 250.000 niños soldado que hay en la actualidad en todo el mundo. Dos millones de menores han muerto en la última década a causa de la guerra, seis millones han resultado heridos y 30 escenarios siguen albergando conflictos bélicos en los que la salud física y mental de estos pequeños se pone en peligro a cada paso. La revista 'The Journal of the American Medical Association' (JAMA) les dedica esta semana un número especial.

"Aunque Iraq y Afganistán son los más visibles, existen en la actualidad otros conflictos de cuyo legado tardaremos décadas en recuperarnos", aseguran en un editorial especial sobre esta cuestión Robert Ursano y Jon Shaw, de los departamentos de Psiquiatría de las universidades estadounidenses de Maryland y Miami, respectivamente. Y los niños, como ellos recuerdan, son especialmente vulnerables al trauma debido a su inmadurez "física y emocional".
Uno de estos frentes abiertos desde hace 20 años tiene lugar en Uganda, donde se enfrentan el Ejército de Liberación del Señor y el gobierno. Allí, un equipo de la universidad de Hamburgo (Alemania), entrevistó a 169 pequeños ex combatientes que se encontraban en rehabilitación en varios centros de acogida en esta región de los Grandes Lagos.
Empleando cuestionarios en su lengua nativa, los psicólogos evaluaron sus niveles de estrés postraumático y la relación de este trastorno con su disposición a la reconciliación o, por el contrario, sus ánimos de venganza. El 92% de los menores, que tenían entre 11 y 18 años, había presenciado un asesinato y el 54% de ellos había matado a alguien. Casi el 28% había mantenido algún tipo de contacto sexual forzado.
Las conclusiones desvelan que los pequeños con mayor nivel de estrés eran los que menos propensos se mostraban a la pacificación y, al mismo tiempo, quienes manifestaban más sentimientos de revancha. Esta relación se repitió también con los que habían sufrido amenazas de muerte o habían visto su vida en peligro. Como apuntan estos investigadores en sus comentarios, la rehabilitación e integración social de este 'ejército' de niños soldado que ha sobrevivido a la guerra es clave para la reconstrucción y reconciliación de su pueblo; y cualquier intento por reintegrarlos en la sociedad civil deberá tener en cuenta su trauma psicológico.
El estrés de los desplazados
Si en este trabajo los autores reconocen una baja presencia de niñas entre los participantes, en otra de las investigaciones que recoge JAMA fueron precisamente ellas las que mejor respondieron a la intervención psicológica propuesta. En este caso, científicos de Baltimore trataron de demostrar la utilidad de una terapia de grupo para aliviar el estrés sufrido por adolescentes residentes en un campo de desplazados ugandés.
Después de 16 semanas, la intervención mejoró los problemas psicológicos de las chicas, pero no así de los adolescentes varones. Para ellos será necesario seguir buscando otras alternativas más útiles, admite el equipo dirigido por Paul Bolton, del Centro de Atención al Refugiado y Respuesta en Desastres de la Universidad Johns Hopkins (EEUU).
"Nadie permanece inalterable a los eventos traumáticos de una guerra", asegura el editorial, "y los niños que aún están aprendiendo a modular sus emociones y su agresividad son especialmente sensibles a estos cambios forzosos". A su juicio, todas las conclusiones presentadas en este
número especial de la revista obligan a prestar más atención a la violencia de la guerra y a las consecuencias que tiene en la salud mental de estos cientos de miles de niños y adolescentes el trauma vivido.
Pero no sólo los niños. Otro de los trabajos, dirigido por Patrick Vinck, de la Universidad de California (EEUU), ha detectado elevadas tasas de depresión y estrés postraumático en los desplazados por la guerra de Uganda. Tras entrevistarse con más de 2.500 adultos de varias localidades y campos de refugiados al norte del país, los investigadores aseguran que las personas más afectadas por el trauma de la guerra eran aquellas más proclives a justificar la violencia como el mejor medio de resolver el conflicto. Hasta el 75% de ellos mostraba síntomas clínicos de síndrome del estrés postraumático y el 44%, de depresión.
"Estas conclusiones tienen enormes implicaciones en el terreno sanitario, diplomático y político", aseguran los investigadores. A su juicio, no sólo subrayan la importancia de mantener la seguridad de la población civil en tiempos de guerra, sino también de que se preste atención a sus necesidades psicológicas en un escenario posbélico. El trauma, concluyen, "es un indicador de salud en la población expuesta a elevados niveles de violencia y puede influir en su percepción del futuro".