Organizaciones antimilitaristas protestan en Madrid por la presencia del Ejército en Juvenalia
Los críos, la verdad, se lo pasan fenomenal jugando a ser soldados. Al menos, eso parecía ayer en las colas de ansiosos niños y niñas que esperaban a tirarse por la tirolina instalada por la Brigada Paracaidista en la feria de la juventud más grande del país, Juvenalia. El recinto ferial de la capital hervía de familias a media mañana y las múltiples actividades propuestas por las Fuerzas Armadas (karaoke, tirachinas, pistolas láser...) atraían a montones de chavales.
La Asamblea Antimilitarista de Madrid lleva cuatro años protestando contra esta presencia del Ejército en la feria. Con la campaña La Guerra no es un Juego, pretenden presionar en varios frentes contra “la frivolización de la guerra”, según explica David García, uno de sus miembros.
Aunque en la Asamblea no son muchos (unas 12 personas), varios colectivos, como sindicatos de la enseñanza, Ecologistas en Acción o el Grupo Antimilitarista de Carabanchel, se unen en esta campaña. Han reunido 300 firmas y prometen sorprender con una acción en la propia
feria antes de fin de año.
Como en un videojuego
“El problema es que todo recuerda aquí a un videojuego: la música atronadora, los decorados que se montan, los tanques..., pero no se explica el contexto en que se usan estas armas, ni se informa de algo tan cercano a nosotros como son los niños y niñas soldado que hay en África”, se queja García.
La Asamblea quiere echar al Ejército de la feria, siguiendo el ejemplo de Juvelandia, en Jerez de la Frontera (Cádiz), donde, tras un año de protestas, las Fuerzas Armadas dejaron de acudir.
Jaime Sánchez, otro de los miembros de la Asamblea, insiste en criticar “el intento de normalización de los instrumentos de muerte y violencia que son las armas”.
Sánchez, que lleva años luchando contra “la militarización de la educación”, sostiene que, “aunque se nos haga creer lo contrario, el fin del Ejército es la violencia y no el humanitarismo, por lo que creemos que esto no es apto para niños de 10 a 16 años”.
Una tirolina de paracaidistas
La Comunidad de Madrid, organizadora de la feria, no dice esta boca es mía sobre el Ejército en la nota de prensa que ha editado con ocasión de Juvenalia, pese a que su presencia es muy evidente.
Las Fuerzas Armadas (aunque las fuerzas de Tierra son aquí mayoritarias, el Ejército del Aire, la Infantería de Marina y la Guardia Real también están representadas) ocupan más de un tercio de uno de los tres pabellones.
La pista de aplicación de la Bripac es lo más evidente del recinto porque una gran torre pintada como un avión sirve para que los niños se sientan paracaidistas y se arrojen desde ella en tirolina.
La Comunidad retiró hace días un contenedor con uno de los minipisos que abundan en Madrid por ser éste un problema “que no afecta al público al que va dirigido la feria”, según dijo un portavoz. “En cambio, el Ejército, las armas, parece que sí son adecuadas”, se lamenta Sánchez.
Las Juventudes Socialistas protestaron ayer contra la retirada del minipiso: “Buscan hacer jóvenes conformistas y consumistas”, decía su comunicado. Justo al lado del Ejércit,o se alza el tenderete de ING y, poco más allá, dos cochazos de Chevrolet; en medio, la tienda de la Misión Joven de Madrid, de la Iglesia. Una mezcla extraña.
Buscando minas en un cajón de arena
En el póster, se ve una niñita a horcajadas con una especie de barra de metal hurgando en la arena. A su lado, una militar le indica cómo hacerlo, cómo desactivar una mina antipersona, de las que mutilan a millares cada año en las zonas calientes del mundo.
El cajón de arena fue el año pasado el gran éxito de Juvenalia, según reconoce un cabo del Ejército de Tierra. Cualquiera se puede llevar a casa el inquietante cartel que reparten gratuitamente en una de las tiendas de campaña.
“Este año, no tenemos cajón de arena porque el espacio es más pequeño”, explica el mismo cabo. La actividad consistía en encontrar cinco minas de pega. Lo consiguieron, indemnes, “unos 8.000 chavales”.
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